jueves, 13 de diciembre de 2007

La psicología y el deporte.

Con este título, el psicologo Pep Marí desarolla en "Mundo Deportivo" un excelente artículo que explica las claves, de lo que se llaman en deporte "rachas" y que por su interés esta aquí.

LA PSICOLOGÍA Y EL DEPORTE
Pep Marí PSICÓLOGO - 13/12/2007 03:00 (M.D.)

En un cuarto de hora el Espanyol le endosó tres goles al Zaragoza en La Romareda. En ese mismo partido, en cinco minutos el Zaragoza le marcó dos goles al Espamyol. El partido duró 90 minutos, pero se resolvió en tan sólo 20. Dos rachas de juego bastaron para sentenciar el encuentro.

La gente piensa que un equipo entra en racha cuando todo le sale bien. Y es justo al contrario, le sale todo bien porque antes ha entrado en racha. Un equipo entra en este estado de gracia cuando consigue un ajuste perfecto en todos los aspectos psicológicos que participan en la competición.

Un equipo está en racha cuando el nivel de alerta de sus jugadores es el justo, ni se pasan de vueltas, ni están demasiado relajados. Ni cometen errores por precipitación, ni tienen dificultades para anticipar la acción del rival. Cuando el equipo está en este estado los jugadores no están pendientes de qué pasará si fallan, sino de lo que tienen que hacer para no fallar. Todos tienen claro el objetivo y tienen un punto de confianza extra en sus posibilidades.

De esta forma describiría el estado psicológico de los jugadores blanquiazules durante los instantes en que marcaron consecutivamente tres goles al Zaragoza. El ritmo de juego era muy fluido, los jugadores leían perfectamente el partido, las jugadas enlazaban a la primera y la definición era perfecta. Lograban que jugar tan bien pareciera fácil.

¿Qué hubiera podido hacer el rival para cortar esta buena racha de juego?

Interrumpir el partido, sorprender al rival y tener paciencia. Alguna de estas estrategias sí que fue bien utilizada por los maños; de lo contrario no hubieran podido frenar la racha de los pericos y empatar el partido.

Interrumpiendo el partido se consiguen dos objetivos, cortar el ritmo del rival y ganar tiempo para reajustarse. He visto cómo los responsables de la organización apagaban la luz de la piscina para interrumpir el juego del rival. He visto cómo jugadores profesionales simulaban lesiones para dar tiempo a los suyos a reorganizarse y a recuperarse del esfuerzo. He visto también cómo tenistas se ausentaban de la pista con la excusa de ir al servicio o pedían la presencia del fisioterapeuta para interrumpir el juego del contrario. Muchos de los tiempos muertos se utilizan para introducir variantes en el sistema de juego. A veces un ajuste psicológico es más útil que un cambio táctico.

Sorprender al rival constituye una excelente estrategia para desajustarlo. El rival, una vez sorprendido, se va a limitar a reaccionar (ya no actuará conforme a lo planificado). Puestos a reaccionar, cabe la posibilidad de que el rival reaccione tarde y mal.

Algo semejante ocurrió en La Romareda cuando, diez minutos después del descanso, fue expulsado un jugador local. En alguna tertulia he llegado a escuchar que el jugador provocó la expulsión, buscando un revulsivo para los compañeros. Y aunque no hubiera sido de forma intencionada, consiguió romper el partido. Ya no valía esforzarse al 100% para buscar el empate. Para suplir al expulsado hacía falta esforzarse al 120% (con lo que se aseguraba la misma actitud que estaba poniendo el Espanyol). Con diez hombres el Zaragoza pierde la vergüenza y se pone a atacar sin complejos. Producto de esta actitud ofensiva marca un gol en inferioridad y, ahora sí, sorprende al rival. El Espanyol pierde el orden y enseguida encaja el empate.

A veces, aquello que resulta más efectivo para cortar una racha es tener paciencia. Las rachas no duran siempre, de lo contrario dejarían de ser rachas. Es muy difícil mantener el ajuste psicológico durante 90 minutos seguidos. Tarde o temprano, el equipo flojeará. Es una buena estrategia aprender a reconocer este momento y aprender a aprovecharlo. Si el Zaragoza hubiera puesto en práctica esta pauta no hubiera tenido que apelar a la heroicidad. Si hubiera aprovechado la relajación en la que cayó el Espanyol después de marcar sus tres goles, hubiera podido empatar el partido. Pero no al final, en la media parte.

Muchos afirman ahora que el Espanyol está en racha porque lleva once partidos consecutivos sin perder. Esto no es una racha, esto es haber dado con un sistema de juego que rentabiliza los puntos fuertes de los jugadores de la plantilla de que dispone el técnico Ernesto Valverde. A ver si ahora al saber jugar le vamos a llamar estar en racha.

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